julio 05, 2009

Los mitos griegos (Robert Graves)

«Quimérico» es una forma adjetival del sustantivo quimera, que significa «cabra». Hace cuatro mil años la Quimera no puede haber resultado más fantástica que cualquier emblema religioso, heráldico o comercial en la actualidad. Era un animal solemne de forma compuesta que tenía (como indica Homero) cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de serpiente. Se ha encontrado una Quimera grabada en las paredes de un templo hitita de Carquemis y, lo mismo que otros animales compuestos, como la Esfinge y el Unicornio, debió de ser originalmente un símbolo calendario: cada componente representaba una estación del año sagrado de la reina del Cielo, como lo hacían también, según Diodoro de Sicilia, las tres cuerdas de su lira de concha de tortuga. Nilsson trata de este antiguo año de tres estaciones en su Primitive Time Reckoning (1920).

Sin embargo, sólo una pequeña parte del cuerpo enorme y desorganizado de la mitología griega, que contiene importaciones de Creta, Egipto, Palestina, Frigia, Babilonia y otras regiones, puede ser clasificada correctamente, con la Quimera, como verdadero mito. El verdadero mito se puede definir como la reducción a taquigrafía narrativa de la pantomima ritual realizada en los festivales públicos y registrada gráficamente en muchos y casos en las paredes de los templos, en jarrones, sellos, tazones, espejos, cofres, escudos, tapices, etc. La Quimera y los otros animales del calendario deben de haber figurado prominentemente en esas representaciones dramáticas que, a través de sus registros iconográficos y orales, se convirtieron en la primera autoridad o carta constitucional de las instituciones religiosas de cada tribu, clan o ciudad. Sus temas eran actos de magia arcaicos que promovían la fertilidad o la estabilidad del reino sagrado de una reina o un rey —los de las reinas habían precedido, según parece, a los de los reyes en toda la zona de habla griega— y enmiendas de aquéllos introducidas de acuerdo con lo que requerían las circunstancias. El ensayo de Luciano Sobre la danza registra un número imponente de pantomimas rituales que todavía se ejecutaban en el siglo II d. de C.; y la descripción de Pausanias de las pinturas del templo de Delfos y de las tallas del Cofre de Cipselo indica que una cantidad inmensa de inscripciones mitológicas misceláneas, de las que no queda actualmente rastro alguno, sobrevivía en el mismo período.

El verdadero mito debe distinguirse de:
1. La alegoría filosófica, como la cosmogonía de Hesíodo.
2. La explicación «etiológica» de mitos que ya no se comprenden, como el uncimiento por parte de Admeto de un león y un jabalí a su carro.
3. La sátira o parodia, como el relato de Sueno sobre la Atlántida.
4. La fábula sentimental, como el relato de Narciso y Eco.
5. La historia recamada, como la aventura de Arión con el delfín.
6. El romance juglaresco, como la fábula de Céfalo y Procris.
7. La propaganda política, como la Federalización del Ática por Teseo.
8. La leyenda moral, como la historia del collar de Erifile.
9. La anécdota humorística, como la farsa de Heracles, Ónfale y Pan en el dormitorio.
10. El melodrama teatral, como el relato de Téstor y sus hijas.
11. La saga heroica, como el argumento principal de la Ilíada.
12. La ficción realista, como la visita de Odiseo a los Feacios.

Sin embargo, pueden hallarse auténticos elementos míticos incrustados en las fábulas menos prometedoras, y la versión más completa o más esclarecedora de un mito determinado Tara vez la proporciona un solo autor; cuando se busca su forma original tampoco se puede dar por supuesto que cuanto más antigua sea la fuente escrita, tanto más autorizada ha de ser. Con frecuencia, por ejemplo, el travieso alejandrino Calímaco o el frívolo Ovidio augustal, o el sumamente aburrido Tzetzes, del último período bizantino, dan una versión de un mito evidentemente anterior a la que dan Hesíodo o los trágicos griegos; y la Excidium Troiae del siglo XIII es, en partes, míticamente más fidedigna que la Ilíada. Cuando se quiere explicar una narración mitológica o seudo-mitológica se debe prestar siempre una atención cuidadosa a los nombres, el origen tribal y los destinos de los personajes que en ella figuran y luego darle de nuevo la forma de ritual dramático, con lo cual sus elementos incidentales sugerirán a veces una analogía con otro mito al que se ha dado una torsión anecdótica completamente diferente y arrojarán luz sobre los dos.

ROBERT GRAVES: “LOS MITOS GRIEGOS”, Introducción.

descargar bibliografía de Robert Graves (pdf)
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...