enero 13, 2014

Podcast: Meditaciones desde Vindobona

Marco Aurelio Antonino Augusto (apodado el Sabio o Philosopho) (26 de abril de 121 – 17 de marzo de 180) nacido en Roma, fue co-emperador del Imperio romano desde el año 161 hasta el año de su muerte en 180. Fue el último de los llamados Cinco Buenos Emperadores, tercero de los emperadores de origen hispano y está considerado como una de las figuras más representativas de la filosofía estoica.

Su gobierno estuvo marcado por los conflictos militares en Asia frente a un revitalizado Imperio parto y en Germania Superior frente a las tribus bárbaras asentadas a lo largo del Limes Germanicus, en la Galia y a lo largo del Danubio. Durante el período de su imperio tuvo que hacer frente a una revuelta en las provincias del Este liderada por Avidio Casio a la cual aplastó.

La gran obra de Marco Aurelio, Meditaciones, escrita en griego helenístico durante las campañas de la década de 170, todavía está considerada como un monumento al gobierno perfecto. Se la suele describir como "una obra escrita de manera exquisita y con infinita ternura".


...Hay bandidos que por libre designio abandonan su profesión; emperadores, ninguno. Aunque al principio no deseara el cargo, sigo siendo emperador. Y lo seré hasta mi muerte. Las responsabilidades hay que ejercerlas hasta el final, aunque sería faltar a la verdad pretender que nunca existen dudas en quienes las ejercen. De hecho es necesario desconfiar de aquellos que nunca se plantean el abandono del cargo, porque el poder embriaga más que un barril de vino, y la borrachera de poder es la tiranía...



El 13 de julio de 2009, unas obras para la construcción de una nueva línea de tranvía a las afueras de Viena, a orillas del Danubio, sacaron a la superficie un pequeño y muy antiguo arcón de bronce. En su interior había unos cuantos rollos de la época romana escritos en griego y con la marca de Marcus Aurelius Antoninus Augustus. Filósofos e historiadores creen que son las memorias perdidas del Emperador filósofo.

En el siglo III Herodiano y Dión Casio citaron la obra. Aunque no hubo más menciones conocidas hasta el siglo XIV, cuando el monje Humberto de Bolonia la copió en un códice hoy perdido, pero que se cree se guarda en los archivos secretos del Vaticano.

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